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¿De qué hablamos cuando decimos educación?

  • José María Pérez Delgado
  • 5 may 2018
  • 5 Min. de lectura

Muchas son las veces que empleamos la palabra educar y educación en diferentes contextos, por lo que hoy trataremos de acotar el término y crear una propia definición justificada partiendo del análisis de definiciones que me han parecido más relevantes.


En este apartado, tras la lectura y estudio de múltiples definiciones de educación que pueden encontrarse, (puedes ver algunas de ellas en este link) se presentan las que se han encontrado más relevantes para acotar el tema. Se remarcan en negrita los aspectos de cada una de ellas que han parecido más relevantes:


"Educación, es evolución, racionalmente conducida, de las facultades específicas del hombre para su perfección y para la formación del carácter, preparándole para la vida individual y social, a fin de conseguir la mayor felicidad posible" (Blanco, 1930).


“La educación tiene por misión desarrollar en el educando los estados físicos, intelectuales y mentales que exigen de él la sociedad política y el medio social al que está destinado” (Durkheim, 1974).


“Educación es el conjunto de todos los efectos procedentes de personas, de sus actividades y actos, de las colectividades, de las cosas naturales y culturales que resultan beneficiosas para el individuo despertando y fortaleciendo en él sus capacidades esenciales para que pueda convertirse en una personalidad capaz de participar responsablemente en la sociedad, la cultura y la religión, capaz de amar y ser amado y de ser feliz” (Henz, 1976).


“Proceso de optimización integral e intencional del hombre, orientado al logro de su autorrealización e inserción activa en la naturaleza, sociedad y cultura” (García Aretio, 1992).


¿Qué es para mi la Educación?


La educación es el proceso de perfeccionamiento libre, intencionado, gradual, armónico e integral del ser humano a nivel individual y social en aquello valioso para si mismo y para su inserción activa en la naturaleza, sociedad y cultura.



Justificación de la Definición

En este apartado se tratará de justificar la definición, a partir de las palabras empleadas y en relación con las definiciones escogidas y palabras remarcadas en el primer apartado de esta entrada.


Educación como perfeccionamiento humano con finalidad integral: El ser humano nace inacabado y la educación, entendida como proceso, trata de perfeccionar a la persona haciéndola mejor de lo que es en un principio, en un permanente proceso de crecimiento (aprendizaje a lo largo de la vida), tomando como referencia el ideal de persona y de sociedad que le sirve de guía. Este perfeccionamiento debe atender a todas las características de la persona, de ahí que se haya hecho referencia a esto en la definición como proceso “armónico e integral del ser humano”, además debe hacerse de forma libre respetando la dignidad de la persona que aprende, así como promoviendo aprendizajes que desarrollen esquemas conceptuales propios sobre lo aprendido, a partir de la aplicación de lo aprendido con ideas propias (Esteve, 2010). Este proceso de perfeccionamiento debe hacerse en continuidad, es decir, de forma gradual en tanto sustenta nuevos aprendizajes en lo previos existentes y que nunca alcanza el grado de perfección máximo, perimiendo el aprendizaje continuo a lo largo de la vida.


La intencionalidad es otro de los elementos que caracteriza a la educación. De forma restringida esto se produce en contextos institucionalizados (formales y no formales), en los que la voluntariedad, la planificación y la intencionalidad son rasgos distintivos. En forma más amplia nos referimos a fenómenos educativos que se han denominado informales y que comprenden todas las influencias ambientales, procesos de socialización, efectos de medios de comunicación, etc. Especialmente nos parece inclusiva de las tres tipologías de educación estudiadas (formal, no formal e informal) la definición de Henz (1972) y que se ha plasmado de forma impersonal en la definición sin sustentar el proceso en personas, lugares o ámbitos concretos.


La educación socialización e individualización: Relacionándolo con la etimología del término educación, concretamente y en primera instancia haciendose referencia al termino “educare”. Teniendo en cuenta que éste se identifica con los significados de “criar”, “alimentar” y se vincula con las influencias educativas o acciones que desde el exterior se llevan a cabo para formar, criar o instruir al individuo. Se pretende hacer referencia con esto al ambiente que puede potenciar las posibilidades educativas del sujeto educado. En este aspecto el francés Durkheim, como representante de esta forma de concebir la educación, concreta la inclusión de los sujetos en la sociedad a través del proceso de socialización. En este aspecto se ha querido plasmar en la definición una visión actual que sitúa a la educación como un proceso individual y social de forma complementaria, entendiéndose por tanto la misma como un conjunto de influencias externas (socialización), que se alinea perfectamente con el “aprender a vivir juntos” como pilar del nuevo paradigma de educación (Delors et al., 1997). Esto permite el desarrollo de las potencialidades internas del educando como sujeto (individualización, educabilidad), aspirando a que el mismo adquiera las competencias formativas necesarias que le permitan la comprensión y el manejo de los elementos culturales necesarios para modificarlos y adaptarlos al entorno desde la libertad y su propio ser. En este segundo aspecto nos acercamos desde el punto de vista etimológico al verbo latino educere que significa “conducir fuera de”, “extraer de dentro hacia fuera”. Desde esta posición, trata de mostrarse la educación como el desarrollo de las potencialidades del sujeto basado en la capacidad que tiene para desarrollarse (Luengo Navas, 2004). Se pretende destacar aquí la visión del educando como sujeto educativo creador, que ya propone Faure et al. (1972) y que tendrá por objetivo último desarrollar el “aprender a ser”, pilar más importante del nuevo paradigma de educación (Delors et al., 1997). Esto explica por tanto la necesidad de desarrollo de las vertientes individual y social en el proceso educativo, así como justifica la inclusión de ambos términos en la definición propuesta.



Referencias Bibliográficas


Blanco, R. (1930). Teoría de la Educación. Madrid, España. Editorial Hernando, 1986


Durkheim, E. (1974). Educación y Sociología. Barcelona, España. Editorial Peninsula, 1999.


Henz, H. (1976) Tratado de pedagogía sistemática. Herder. Barcelona, España, 1976.


García Aretio, L. (1992): Concepto de educación”, (pp. 13-38), en Medina Rubio, R. Rodriguez Neira, T. y García Aretio, L.: Teoría de la Educación, Vol. I, Madrid, España. Editorial UNED.


Esteve, J. M. (2010). Educar: un compromiso con la memoria. Barcelona, España. Editorial Octaedro, 2010.


Delors, J. et al. (1996): La educación encierra un tesoro. Madrid: Informe a la UNESCO de la Comisión Internacional sobre la educación para el siglo XXI. Editorial Ediciones Santillana/UNESCO, 1997.


Luengo Navas, J. (2004). La educación como objeto de conocimiento. El concepto de educación. en Pozo Andrés, M. M., Álvarez CastilloJ. L. y Luengo Navas, J. y Otero Urtza, Teorías e instituciones contemporáneas de educación, Madrid, España. Editorial Biblioteca Nueva, 2004


Faure, el all. (1972): Aprender a ser: La educación del futuro. Madrid, España. Editorial UNESCO, 1973.



 
 
 

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